Cuando, hace más de 25 años, empezó a sonar la trasnochada canción de Ska-P "Legalización" en las fiestas...
Cuando, hace más de 25 años, empezó a sonar la trasnochada canción de Ska-P "Legalización" en las fiestas populares, parecía que el consumo legal de cannabis era una utopía. Una especie de himno canalla, para reivindicar algo que, en el fondo, no creíamos que fuera a pasar. Más de dos décadas después, no sólo quien saltaba al ritmo de "cannabis de calidad y barato" se ha dado cuenta de los enormes beneficios de la regulación de la producción de cannabis en España.
Tanto es así, que según recogió el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) el pasado abril, casi la mitad de las personas encuestadas estarían a favor de la regulación integral del cannabis. Por contra, en el Congreso sólo un 20% de los diputados la aprueba. Y ¿cómo lo sabemos? Porque en los últimos meses varios partidos han llevado propuestas de ley para avanzar tanto en el uso medicinal como adulto de la planta.
Es por eso que hoy te traemos lo que sabemos sobre qué opciones legales se están poniendo sobre la mesa en España, qué ejemplos de otros países podemos tomar como referencia, qué claves legales nos han ayudado a entender el debate actual, y cómo de amplios son los beneficios de la regularización del consumo adulto de cannabis en este país.
El ejemplo más conocido de nuestros vecinos con la legislación relacionada con el cannabis es el de Holanda, que despenalizó el consumo en 1976. Una decisión muy controvertida y que lamentablemente ha servido a detractores para, de manera sesgada, demostrar su punto de vista paternalista y criminalizador.
Desde entonces, y gracias al ejemplo de Holanda como precursor, han tomado caminos distintos en los últimos años para crear un marco legal que beneficie al máximo a su sociedad. Veremos a continuación dos modelos distintos: el modelo más social que empezó en Uruguay en 2013, y el modelo de libre mercado que empezó en Canadá en 2018.
Cuando Uruguay reguló el consumo de cannabis lo hizo "contra el narcotráfico, para robarle mercado", según explicó el entonces presidente, José Mujica. Uruguay, uno de los países más plenamente democráticos de América el Sur, y con un sistema consolidado, regularizó el consumo de cannabis para uso adulto en 2013. Casi 10 años después, los resultados hablan por sí solos.
Este modelo está diseñado alrededor de lo público: El precio del cannabis está regulado por el Estado, hay un registro centralizado de consumidores, y tres maneras de acceder a la planta: a través del autoconsumo (hasta seis plantas en casa), en las farmacias (hasta 40 gramos al mes), o en los clubes de consumidores (que pueden tener hasta 99 plantas). Una vez estás registrado en uno de estos sistemas, siempre tienes que atender a ese tipo de dispensario.
La iniciativa salió "no para dar acceso al cannabis a nadie, sino para atender a los que se pasan". El motor de la regulación fue facilitar el acceso a la sanidad a aquellas personas que abusaban de la sustancia, desestigmatizar, atraer a los consumidores y facilitar información sobre el cannabis a nivel nacional.
Canadá, un país demográficamente más parecido a España, aprobó la ley del cannabis (The Cannabis Act) el 17 de octubre de 2018. Los objetivos de su presidente, Justin Trudeau, eran parecidos a su vecino americano: alejar las drogas del público más joven, recortar beneficios al mercado negro y proteger la sanidad y salud pública.
Este modelo es más economicista y liberal: aunque es el Estado quien dicta aspectos tan importantes de control como la distribución, el etiquetaje, las licencias y permisos, o la composición de los productos entre otros, la implementación está pensada para que sean la empresa privada quien se encargue de ella.
Los cambios que se han visto en el país respecto del consumo son menores que en Uruguay por dos factores: por un lado, hace menos años que la ley está implementada, y por otro, el impacto de la pandemia en el último año y medio. Ahora bien, el impacto económico que ha tenido es innegable: la reputada consultora Deloitte atribuye a la regulación del cannabis recreacional el aumento del 2,5% del PIB del país.
Lo que ambos países tienen en común son sus declaraciones respecto a lo gradual del cambio, y del tiempo prolongado que requiere que una legislación como esta se refleje en la sociedad. Las experiencias son positivas (el aumento en la recaudación, la reducción en la criminalidad) pero ambas concluyen que la transformación social es un proceso que requiere de más años.
Y es que en España, aunque las votaciones en el Congreso se hayan "pasado por agua", están generando debate, y lo que es más importante, cada vez hay más personas y empresas valorando las ventajas reales (y realistas) de regular el consumo.
Como decíamos antes, hay un porcentaje muy elevado de la sociedad que está a favor de la regulación, ya sea con fines médicos (donde hasta un 84% de la población opina favorablemente) o con fines de uso adulto. Pero, para saber con qué estamos de acuerdo o en desacuerdo, analicemos mejor qué se debate y quién lo está debatiendo.
Aquí puedes leer un artículo que repasa los términos con más ejemplos en la revista Cáñamo:
Si bien no han presentado ninguna proposición de ley, otros partidos politicos pequeños como Compromís o Ciudadanos apoyan la regulación integral y han votado a favor de las iniciativas anteriores.
El diputado del PSOE Daniel Vicente Viondi afirmó el pasado noviembre: "No hay drogas buenas ni drogas malas, ni son de izquierdas ni de derechas, las drogas son drogas".
Aún así, no todas las drogas son iguales. Según las Naciones Unidas, las drogas se categorizan en 5 grados en función de su potencial abuso, y el cannabis para uso medicinal pasó de pertenecer a la Categoría más alta, a la segunda más baja en 2020.
Aunque el PSOE no esté a favor del uso recreativo, sí que apoya la legislación regula el consumo de cannabis medicinal. De hecho, el pasado 16 de febrero se reunió la subcomisión de la Comisión de Sanidad y Consumo del Congreso para abordar la regulación del cannabis medicinal y fijar el plan de trabajo, que esperan pueda ofrecer un informe al gobierno antes de verano y , según el Observatorio Español de Cannabis Medicinal (OECM), tener una regulación antes del fin de esta legislatura.
En este artículo no vamos a ahondar en los beneficios de salud, de los que ya hemos hablado en este artículo, sino que nos vamos a centrar en la parte social, económica y de consumo del impacto que tendría la regulación en España.
Ahora mismo la aritmética parlamentaria no permite de momento regular el uso del cannabis para consumo adulto, pero sí estamos más cerca de ver cómo el cannabis medicinal se convierte en una realidad en los próximos años. Así pues, nos encontramos en los primeros kilómetros de una maratón.
Una carrera de largo recorrido que está llegando a uno de sus primeros hitos importantes: la regulación. Lo que nos muestran estas noticias políticas recientes es que el debate es cada vez más presente, más maduro, y está servido. Comparte esta información para que otras personas puedan situarse, reflexionar y clarificar su posición al respecto. Si los políticos se lo están empezando a tomar en serio, ¿por qué nosotros no?